7 de julio de 2016

Las tres hojas de la serpiente - Die drei Schlangenblätter

Erase una vez un hombre tan pobre que no tenía que darle de comer a su único hijo.

— Querido padre, conmigo vuestra vida es muy miserable y tan solo soy una carga - dijo el hijo - lo mejor sería que me fuese y me ganase el pan por mí mismo.

El padre le dio su bendición, y con mucho pesar se despidió de su amado hijo.

Por aquellos días el Rey estaba en guerra con un poderosos reino vecino, así que el muchacho decidió alistarse en el ejército y partió a la guerra.
Tan pronto llegó al campo de batalla se vio envuelto en un combate, el peligro en el que se encontraba era muy grande, de todos lados llovían balas y sus compañeros iban cayendo a su alrededor. Cuando el general también cayó el resto de soldados se prepararon para huir, pero el muchacho se puse delante de ellos y dio un discurso alentador.

— ¡No vamos a permitir que nuestra patria se hunda!

Y junto con el resto de soldados se lanzaron de nuevo a la batalla con más valor que nunca hasta que acabaron con todos los enemigos.

Cuando el Rey escuchó que la victoria solo se la debía a él, ascendió al muchacho por encima de todos los demás. Le entregó grandes tesoros y le nombró el primero del reino.
El Rey tenía una hija muy hermosa, pero era también muy caprichosa. La princesa había hecho un voto, tan solo tomaría por marido a aquel que prometiese, que en el caso de que ella murieses antes él se haría enterrar vivo con ella.

— Eso significa que me quiere con todo su corazón - decía la princesa - Si yo ya no estoy ¿para qué querría seguir viviendo?

Ella había hecho la misma promesa, y si él moría antes que ella, se comprometía a ser enterrada viva junto a su marido.
Hasta ahora ese voto había mantenido a todos los candidatos apartados del altar, pero nuestro muchacho se había quedado prendado de su belleza y sin pensarlo le pidió su mano al Rey.

— ¿Conoces el voto que mi hija ha hecho? - preguntó el padre de la joven - ¿sabes que es lo que tienes que prometer?
— Sé que tengo que ir a la tumba con ella si la sobrevivo - respondió el muchacho - pero la amo tanto que ese peligro no me importa.

El Rey aceptó al muchacho y la boda se celebro con gran esplendor.



Durante un tiempo vivieron con alegría y felicidad. Pero un día la princesa contrajo una grave enfermedad y ningún médico fue capaz de ayudarla. Cuando la joven murió el muchacho se acordó de la promesa que había realizado. La idea de ser enterrado vivo le horrorizaba, pero no había otra alternativa. El Rey había doblado la guardia en todas las puertas de la ciudad y de ninguna manera le iba a ser posible burlar su destino.
Cuando llegó el día en el que el cuerpo real debía ser bajado a la cripta, el joven príncipe fue conducido hasta allí y una vez estuvo dentro se bloqueó y cerró la puerta con ladrillos y lodo. No había salida posible.

Junto al féretro había una mesa, encima cuatro velas, cuatro hogazas de pan y cuatro botellas de vino. En cuanto esas provisiones se acabaran el muchacho moriría.
Triste y con gran pesar cada día comía tan solo un trocito de pan y bebía un sorbito de vino. Veía como la muerte se iba acercando cada vez más. En una ocasión estaba mirando fijamente la pared de enfrente cuando vio como de un rincón de la cripta salía una serpiente y se acercaba al cuerpo de su mujer.

El joven pensó que el animal quería comerse los restos de su amada esposa así que desenvainó su espada y gritó.

— ¡Mientras yo esté vivo, nunca la tocarás!

Luego descargó la espada contra la serpiente y la cortó en tres trozos.

Al poco rato salió otra serpiente del mismo rincón, pero cuando vio el cuerpo destrozado de la anterior serpiente volvió al interior de la pared. Pero solo para volver a salir con tres hojas en la boca. Cogió los tres trozos de la serpiente y los puso juntos, como deberían de estar si nos estuviesen cortados. Luego pasó una hoja por las heridas y al poco tiempo los cortes se curaron, la carne se unió y la serpiente revivió.
En cuanto se pudo mover los dos animales emprendieron una rápida huída al rincón del que habían salido.


Las hojas se habían quedado en el suelo, y el joven príncipe, que había sido testigo de aquel milagro, se preguntó si esas hojas, que habían revivido a una serpiente, no tendrían también el poder de ayudar a una persona.
Tomó las hojas del suelo y se acercó al cuerpo de su esposa, puso una de las hojas en la boca y las otras dos sobre los ojos. Y pocos segundos después ocurrió el milagro, la sangre comenzó a fluir de nuevo por las venas y el cuerpo perdió su lividez.

La joven princesa respiró y abrió los ojos.

— ¡Oh Dios mío! ¿Dónde estoy?
— Estas conmigo, amada mía - respondió el muchacho. Luego le contó lo que había ocurrido y como la devolvió a la vida.

Le dio un poco de pan y vino y cuando la joven recuperó las fuerzas fueron hasta las puertas de la cripta, allí golpearon tan fuerte y gritaron tan alto que los guardias llegaron a escucharlos y avisaron al Rey.

Cuando el Rey abrió la puerta se los encontró a los dos sanos y llenos de vida.

El joven príncipe se llevó las tres hojas de la serpiente y se las dio a un fiel criado.

— Guárdalas bien y llévalas siempre contigo, nunca se sabe cuándo podremos tener que utilizarlas.

Sin embargo en la mujer que había resucitado se había producido un cambio, era como si todo el amor que la joven sentía por su marido se hubiese desvanecido.

Unos meses después el muchacho quiso realizar un viaje por el mar para visitar a su anciano padre. Los dos se embarcaron en el barco, pero la princesa olvidó el amor y la fidelidad que su esposo le profesaba y por la que la devolvió a la vida, y empezó a sentir una culpable atracción por el capitán del barco.
Un día en el que el joven príncipe dormía la muchacha llamó al capitán, ella tomó a su esposo de la cabeza, el por los pies y sin más lo tiraron al mar. Después de haber cometido semejante vileza la princesa se dirigió al capitán.

— Volvamos a casa. Diremos que murió durante el viaje. Te alabaré y ensalzaré tanto que mi padre dejará que nos casemos y te hará heredero de su reino.

Pero el fiel criado, que había sido testigo de todo, se hizo a la mar con un pequeño bote. Nadie se fijó en él y a base de remar y remar se dirigió al lugar en el que su señor había sido tirado, dejando atrás a los traidores.

Sacó el cuerpo del agua y con la ayuda de las tres hojas de la serpiente, que siempre llevaba consigo, trajo al joven príncipe de nuevo a la vida.
Los dos remaron con todas sus fuerzas, día y noche. Iban tan rápido que la pequeña embarcación llegó a puerto antes que el gran barco.

El Rey se asombró al ver llegar al príncipe solo y el muchacho le contó sobre la maldad de su hija.

— No puedo creer que ella os haya tratado de esa manera. Pero dentro de pocos días averiguaremos la verdad.

Envió al joven y al criado a una cámara secreta y los retuvo en ella sin que nadie supiese nada de todo lo ocurrido.

Poco tiempo después el barco arribó a puerto y la princesa desembarcó con una afligida expresión.

— ¿Porqué vuelves sola? - le preguntó el Rey - ¿dónde está tu marido?
— ¡Ay, padre querido! Regreso a casa con una gran pena. Durante el viaje mi marido enfermó de pronto y poco tiempo después murió. Si no hubiese sido por la inestimable ayuda que el capitán de la nave me proporcionó lo habría pasado muy mal. El estuvo en el momento de la muerte y os puede contar todo lo que ocurrió.
— Quiero resucitar al difunto — anunció el Rey.

Luego se dirigió a la cámara y dejó salir al príncipe y al criado.

Cuando la joven vio salir a su marido cayó al suelo de rodillas como si un rayo le hubiese caído encima e imploró perdón y clemencia.

— No hay perdón o clemencia que valga - respondió el Rey con firmeza - él estaba dispuesto a morir contigo y además te trajo de vuelta a la vida. Tú, por el contrario, lo has matado mientras dormía y recibirás el pago que te mereces.

Junto con su cómplice fueron embarcados en un navío agujereado y los lanzaron a la mar. El barco duró muy poco a flote y pronto fue tragado por las olas.




¿Alguna vez habíais escuchado este cuento?

A mí no me suena de nada, diría que es la primera vez que lo leo.

Ha sido un cuento extraño, después de leer tantas historias de los hermanos Grimm siempre me espero a que llegue la parte macabra, y nunca fallan... Vaya voto más horroroso que hace la princesa, enterramientos vivos. Creo que es la primera vez que aparece esto en un cuento.

Aunque el final no se queda corto, el Rey los tiene bien puestos. No le basta con castigar a la princesa, no, le devuelve la jugada completa.

Pero como siempre, es la mujer la mala. ¿Que tendrían los hermanos Grimm contra la mujeres? ¿A que vendría tanto odio?

¿Encontráis alguna moraleja? ¿El que la hace la paga? ¿Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo?

¿Qué os ha parecido el cuento?

Las tres hojas de la serpiente - Die drei Schlangenblätter, es el cuento número 14 del libro "Cuentos de la infancia y del hogar" escrito por los hermanos Grimm.
________

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado... pero aún quedan muchos más cuentos que leer, muchas historias por recordar y otras tantas por descubrir. ¿Te vienes? Cuentos de los hermanos Grimm.

Un saludo!!


2 comentarios:

  1. No lo conocía y me estaba resultando interesante, pero el final...aunque esperaba que su padre la enterrara viva para hacerle cumplir su promesa. Y lo que no cuenta es si el chico resucitó cambiado como le pasó a ella

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    1. Bueno, el padre la manda ahogar, que fue como ella mató al chico, así que al fin y al cabo la promesa se cumple.

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